taza de café

A pesar de todos los elogios que recibe, la reputación del café no es la mejor. La mayoría de referencias sobre el café en las revistas de salud son negativas.
Advierten de los problemas de la cafeína, e incluyen recomendaciones para reducirla, hasta el punto de que muchos se sientes culpables cuando toman café.
Aclaro que si perteneces al club de ‘No soy persona hasta que me tomo el primer café de la mañana‘, debes tomar medidas.
Pero culpar al café por ello es simplemente enmascarar el problema.
El café, en dosis adecuadas, tiene muchos más beneficios que riesgos. Exploremos ambos.

taza de café

Es conocida la capacidad estimulante del café, pero pocos saben cómo logra realmente este efecto en nuestro cerebro.
Cada momento que pasas despierto tus neuronas están disparándose. Esta actividad neuronal produce adenosina como resultado. La adenosina juega un papel importante en varios procesos metabólicos. De hecho es parte de nuestra unidad básica de energía, el ATP o adenosina trifosfato.
El cerebro tiene receptores de adenosina, que monitorizan con atención el nivel acumulado, enviando señales de cansancio o sueño cuando la adenosina supera cierto umbral (no quiere que trabajes demasiado).

Una chica tomando cafe

La cafeína, aquí está la gracia, tiene una estructura molecular similar a la adenosina, haciendo que sea también captada por los receptores de nuestro cerebro, pero sin ‘activarlos’.
Esto inhibe parcialmente las señales de cansancio, y permite que campen libremente los estimulantes naturales del cerebro, como la dopamina o el glutamato.
Es decir, más que un estimulante directo (como pueden ser las anfetaminas), lo que hace la cafeína es inhibir los sensores de cansancio, pero nunca te va a dar un ‘subidón’ más allá de lo que tus propios estimulantes naturales puedan ofrecer.

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